¿Realmente tienes un negocio? o el negocio te tiene

El sueño de muchos es y ha sido tener un negocio. No hay cuento mejor contado que aquel que habla del empleado o empleada, que un día decidió independizarse  y arrancar un proyecto personal para alcanzar un día su libertad, emprendiendo un proyecto apasionante, convirtiéndose en dueño de su propio tiempo.

Este idílico concepto sigue vendiéndose bien en un sinnúmero de páginas de internet. 

Sin embargo, aquellos que ya tenemos algunos años viviendo la realidad, sabemos que la historia es un poco menos romántica que eso, lo cual no quiere decir que no valga la pena, si eres capaz de superar uno de los principales obstáculos para ello: “Liberarse” de un empleo para terminar esclavizado por tu propio emprendimiento.

¿A qué me refiero con esto? A que el negocio sea el dueño y no tú. Es decir, el negocio dicta cuando te vas (si es que te puedes realmente ir) de vacaciones, el negocio te dice a qué hora te levantas pero no te dice a qué hora te acuestas a dormir, el negocio dicta tu vida en pareja, dicta la relación con tus padres o tus hijos. El negocio dice a qué hora comes (si es que comes), con quién hablas y de qué hablas. Decide tu estado de ánimo y decide tu salud. 

Lo peor de todo es que venías huyendo de todo eso y por lo mismo dejaste la vida como empleado. Ya no tienes un patrón, pero ahora es tu negocio el que manda en todos y cada uno de los aspectos de tu vida.

Y ni siquiera lo ves como algo malo. Te has comprado esta idea de que para tener “éxito” hay que hacer estos sacrificios, y que entre más dolor, más sufrimiento, más sangre derramada, el premio será mayor. “Sí, sigo sufriendo como cuando era empleado, pero ahora este es mi sueño y no el de alguien más”. ¿En serio? 

Te justificas pensando que todo cambiará un día, la trampa que te venden incluye esta idea de que al final del camino lleno de espinas, noches sin dormir y relaciones rotas existe un lugar donde todo es paz, belleza y armonía. Normalmente en forma de bienes materiales (aviones, casas, coches, lujos). Te lo vuelvo a repetir: Es una trampa. 

¿Entonces no hay salida? ¿Estamos condenados a ser esclavos sí o sí? Claro que no.

Ciertamente mentiría si dijera que como emprendedor no trabajo muchas veces más de 8 horas diarias, o muchos sábados y domingos, o si te dijera que puedo desconectarme 100% de mi celular cuando estoy de vacaciones. Por supuesto que hay momentos dolorosos que hay que pasar, conflictos, dudas y vacilaciones. Los obstáculos no se van a ir solo porque lo decretes.

Pero jamás mi salud física o mental, ni mis relaciones familiares o personales, ni mi integridad moral, ni mi bienestar general han sido entregados como moneda, a cambio de “éxito”.   Ha habido días complicados, pero también día tras día me esfuerzo para que eso sea la excepción y no la regla. Cuando llega a pasar, reflexiono en ello y hago los ajustes necesarios para que no vuelva a suceder otra vez. Sufrir, romper, destruir y sangrar no tiene que ser el camino del éxito verdadero. 

Busco sistemáticamente la forma en que los procesos, mis colaboradores o la tecnología me reemplacen en mi negocio.  Sí, yo busco ser reemplazado. Sistemáticamente quiero que el negocio funcione sin mí, para eventualmente poder asegurar con todas sus letras: Tengo un negocio, en vez de que el negocio me tenga a mí. 

Te invito a reflexionar sobre esta idea, ¿tienes un negocio o el negocio te tiene a ti? ¿Qué tendrías que hacer para ser reemplazado en tu negocio? ¿Qué herramientas, qué procesos, qué personas, tendrías que sumar para poder ir cambiando la dependencia que el negocio tiene en ti? Y si tu respuesta es del tipo “No bueno, la verdad es que es imposible que el negocio funcione sin mí” lamento decirte que no tienes un negocio, solo cambiaste de patrón, y este nuevo jefe muchas veces es mucho más malvado. 

Espero oír tus comentarios

Éxito

Neto Avila

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