¿Por qué no encuentro trabajo en lo que estudié?

Como en muchos temas complejos como éste, la respuesta no depende de un solo factor y seguramente no aplica para todos. Pero tal vez para ti sí.

Empecemos por lo más elemental, el sistema educativo y el mundo laboral se rigen por un principio de oferta y demanda. En teoría las universidades tienen una estrecha comunicación con las empresas y en base a ese diálogo pues el sector productivo le dice a las universidades “esto es lo que yo necesito”, y las universidades con eso diseñan sus planes de estudio. 

Suena bien. Tal vez eso funcionó en el pasado. Pero hoy en día, con la aceleración del cambio, el mundo es volátil e incierto y el proceso que viven la mayoría de las universidades para adaptarse a los cambios del mercado sigue siendo lento. Para cuando traducen la necesidad en un plan de carrera, la necesidad ya cambió. Para cuando un estudiante termina sus 4 años y medio (que hoy en día es una eternidad), el mundo es muy distinto de como era cuando empezó a estudiar. 

Entonces la oferta no coincide al final con la demanda. Sumemos además una economía que no crece lo suficiente para darle cabida en empleos a todos los egresados. Porque vamos a suponer que los planes si fueron bien diseñados, pero egresan 1000 licenciados pero solo hay espacio para 300 en el mercado.¿ Los otros 700 que van a hacer? ¿A que se van a dedicar? Y eso impacta, nuevamente bajo el principio de oferta y demanda, en los sueldos, que no suelen ser lo suficientemente atractivos para muchos profesionistas que prefieren probar suerte en otra área distinta a la que originalmente pensaron. 

Cada año es lo mismo, y pareciera que todo mundo lo sabe pero nadie hace nada al respecto. Se lanzan planes, proyectos para hacer crecer la economía, programas de apoyo, subsidios. Pero el problema sigue ahí. Todo termina quedando en soluciones cosméticas que no arreglan el  problema de fondo. Y es que solucionarlo implica reinventar totalmente el modelo. Repensar totalmente la educación. Borrar el sistema actual y aplicar una idea totalmente distinta. Eso para muchos es impensable. Es más fácil seguir con la inercia y esperar a que el siguiente responsable en turno lo resuelva. 

Bueno y entonces ¿Qué puedo hacer yo? Te has de preguntar. Te dejo algunos puntos que te pueden ayudar a enfrentar con mayor éxito esta realidad:

  1. Manten tu mente abierta: Elegir qué carrera estudiar es solo el primer paso. Siempre he pensado que tener que elegir a los 17 o 18 años tu futuro es una responsabilidad muy grande para alguien de tan corta edad. Mientras estudias, y también una vez que egresas, mantente siempre informado de lo que pasa en el mundo, en particular en el campo que elegiste. Conviértete en un cazador de tendencias y abre tu mente a las nuevas ideas. 
  1. Capacítate por tu propia cuenta: Las universidades ya no ofrecen necesariamente los temas de vanguardia o si lo hacen los costos suelen ser elevados. La buena noticia es que existe el acceso a un sinnúmero de programas, cursos, talleres externos,  muchos de ellos a precios mucho más bajos que lo que se paga en una universidad, algunos incluso son gratuitos. Los libros siguen siendo una gran fuente de educación, ya sea digitales o impresos, por favor lee. Desafortunadamente el sistema sigue exigiendo un título universitario (aunque la tendencia es a que sea cada vez menos relevante) pero a la par de estudiar en la universidad puedes acceder a cursos y personas que ofrecen contenido de valor desde cualquier lugar del planeta. 
  1. Vincúlate. Hoy más que nunca el mundo está conectado. En las empresas las jerarquías están dando paso a las redarquías. No importa en que “nivel” te encuentres, entre más conectado y relacionado estés, mayor peso específico tienes. Una carrera exitosa se fundamenta en tu capacidad para relacionarte con la mayor cantidad de personas posibles que puedan aportarte valor. 
  1. Desarrolla habilidades blandas: Comunicación, liderazgo, empatía, trabajo en equipo, creatividad, son elementos que se volverán cada vez más relevantes que los aspectos meramente operativos o técnicos. Si tienes desarrolladas esas habilidades, serás más atractivo para las empresas y será más fácil adaptarte a cualquier tipo de trabajo o tarea, aunque no sea propiamente de tu área de especialidad. 
  1. Abraza las oportunidades. El que el mundo sea tan cambiante no es necesariamente malo. No es lo mismo una profesión que una carrera. Solemos llamarla como sinónimos y la verdad es que eso no es verdad. La profesión es lo que estudiaste, la carrera es lo que construirás en los años, la trayectoría que irás eligiendo. Tu carrera se construye todos los días y esta realidad nos permite reinventarla igualmente todos los días. Es un gran momento para innovar, crecer y expandirte a lugares que no te imaginaste. Disfruta el viaje. 

Lo más importante en este proceso de exploración es que nunca olvides poner tu felicidad y bienestar en el centro. No solo tomes las decisiones basadas en aspectos económicos. Por supuesto que el dinero es muy importante, pero no es la única variable que tienes que considerar a la hora de elegir qué camino seguir. Un empleo feliz es un lugar donde tus fortalezas pueden ser puestas en práctica, donde hay espacio para crecer y retos que enfrentar. Un lugar donde puedes sentir que eres parte de algo más grande que tú y que se puede vivir con un propósito. Un lugar donde se privilegia la colaboración y el trabajo en equipo. No pretendas vivir dentro de las expectativas de nadie más, tal vez la felicidad la encuentres en un trabajo totalmente distinto del que imaginaste un par de años antes. Y en un mundo donde todo rápidamente cambia, saberte adaptar pronto definitivamente es una gran cualidad. 

Exito

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